10 preguntas para Néstor Robles,
autor de Réquiem por Tijuana, responde
1. ¿Hace cuánto que te dedicas a escribir?
La primera historia que me aventé, consciente de que estaba estructurando una con todas sus características, fue a los 16 años, en un curso de producción cinematográfica en Tijuana. Fue en el módulo de guionismo que escribí Ixtab, un guion para cortometraje en donde un hombre suicida imaginaba varias formas de morir, que después adaptaría a novela corta, aún inédita, bajo el título El círculo de Sol.
Pero es posible que las historias ya rondaran mi cabeza desde mi infancia y primera adolescencia, los cuales pasé como un feliz espectador, luego como lector. Crecí viendo las caricaturas matutinas y películas de aventura, horror y ciencia ficción, historias que ya improvisaba con figuras de acción.
El primer cuento que escribí pensándolo como tal, fue una versión de “Un solo de violín mientras me hundo en el aislamiento”, que por cierto ganó un segundo lugar en un concurso universitario, mérito que, ingenuamente, tomé como una señal de que ya era escritor. Me faltaba mucho camino por delante. Me falta: uno no debe confiar en el ego. Una versión mejorada de esta historia la pueden encontrar en Réquiem por Tijuana.
Luego entré al mítico taller de minificción del Mtro. Víctor Soto en la UABC, y creo que ahí comenzó todo, experimentando con las bondades de la brevedad.
2. ¿Para qué te ha servido escribir?
Las historias se convierten en una forma de vida, tanto consumir, como editar y crear. Yo escribo para vaciar mis obsesiones y perversiones y no convertirme en la bestia que duerme en el centro. Para retratar el mundo en donde sobrevivo y dejar advertencias a los lectores de los monstruos que acechan. En suma: escribo porque la ficción se ha convertido en una razón más para equilibrar el inconsciente, entretener y sobrevivir en el intento… Por esa alquimia que permite el proceso creativo.
3. ¿Cuál es el origen de Réquiem por Tijuana?
La primera versión de Réquiem por Tijuana fue una suerte de antología de las primeras historias que escribí y le da asilo a otras de un libro que llamé Departamento de monstruos perdidos. El primero data de 2006 y y el más reciente de 2015. Me di cuenta que la mayoría tenían que ver con las acepciones del Apocalipsis: finales de vidas o mundos, catástrofes personales y eventos disruptivos; la ciudad era un personaje más. De ahí se me ocurrió el título: un réquiem es un canto fúnebre, para despedir a los muertos, en este caso la ciudad y sus habitantes. Esta versión se la compartí a Antonio Marts, editor de Paraíso Perdido. Cuenta la leyenda que el Toño se lo devoró en el viaje de regreso en avión a Guadalajara, y de la gran emoción nació la propuesta para corregirlo y aumentarlo. Antes aparecieron tres cuentos bajo el título de Voraz, volumen 19 de la Colección Instantánea. Esta edición de Paraíso Perdido le hace justicia a las historias que imaginé en su momento, que no fueron más que adaptaciones del contexto que en el que me desenvolví, con toques fantásticos.
4. ¿Cómo es tu proceso de mezclar la realidad con la fantasía?
Es difícil pensar en el momento exacto en el que la fantasía ganó terreno en las historias que escribo. Hay toda una tradición del texto fantástico, literatura de la imaginación o ficción especulativa, como quieran llamarle. Lo fantástico se puede encontrar en cualquier rincón o situación. Me gusta la nobleza del comentario crítico y social que permite. No me veo escribiendo literatura seria, realista, pretenciosa, vaya: en mis cuentos siempre habitarán monstruos y fantasmas.
5. ¿Qué tipo de obras te influyen o inspiran a la hora de escribir?
Lo he dicho siempre que tengo la oportunidad de presentarlo en público: los cuentos que componen Réquiem por Tijuana son un engendro que le debe su forma a, de acuerdo al orden cronológico en que descubrí sus libros: José Agustín, Clive Barker, Luis Humberto Crosthwaite y Emiliano González.
El cine y la música también son ingredientes esenciales en mi vida.
6. La muerte es un tema protagonista en Réquiem…, ¿qué nos dices de ella?
¿Hay algo más atemorizante que pensar que un día dejaras de existir? Así nada más: después de un chistar de dedos puede suceder. Supongo que un ejercicio de los que habitamos otros cosmos es imaginar cómo sucederá, cómo te llegará el día… ¿un patético ataque al corazón o un cabrón cáncer? ¿Una caída o un atropellamiento? ¿Habrá una muerte digna? En ese sentido, los personajes de alguna u otra manera, se enfrentan a situaciones extraordinarias que lo llevan a pensar que en este mundo todos somos asesinos, por ejemplo, y matas o te matan. No hay de otra. Hay momentos en que despierto de sopetón en la madrugada y el pensamiento de la mortalidad me aterra. Poco a poco uno va acepando que el boleto que tenemos en este viaje solo es de ida.
7. Los cuentos del libro nos presentan una Tijuana múltiple, ¿cómo nos presentas tú esta ciudad?
Este libro bien puede ser una guía turística grotesca para deambular las calles de Tijuana. Si vienen aquí o han visitado, reconocerán lugares (la Presa, el Cerro Colorado, la canalización del Río Tijuana, la Avenida Revolución, la línea). Tijuana es una novia caprichosa que amas o detestas. El Réquiem es una carta de amor a la ciudad y sus habitantes.
8. ¿Hay algo más, aparte de la literatura, que te robe el sueño?
El cine, la música y el frío cuando Rossio me deja sin cobijas. Además: ¿cuántos episodios más de Star Wars habrá? ¿Viviré lo suficiente para verlos todos? ¿Ya mencioné la mortalidad?
9. Además de cuentos, ¿qué más escribes?
El oficio de editor me ha llevado a escribir ensayos, reseñas y hasta cuartas de forros. Últimamente edito o reescribo, más que escribir. De repente la chamba cotidiana consume, pero siempre encuentro un momento para seguir creando historias para cuentos y minificciones. Incluso ya me preparo para dar el salto a la novela. Hay un personaje que me está rondando desde hace un buen tiempo y creo que es momento de darle vida.
10. ¿Alguna idea que quieras compartir con tus futuros lectores sobre Réquiem por Tijuana?
Mantengan los ojos abiertos: la ciudad que habitan no es lo que parece. En la panza de los cerros y las cuevas, en las profundidades de los ríos y las presas, en las filas eternas del tráfico y, sobre todo, en tu pecho habitan criaturas con las que tenemos que lidiar. Las historias nos mantienen en equilibrio y las que encontrarán en Réquiem por Tijuana pretenden eso: emocionarte, entretenerte y mantenerte cuerdo.
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