Itzel Guevara entrevistada por Xoch Álvarez
Procedente de Xalapa, Veracruz, Itzel Guevara es una narradora y promotora de la literatura mexicana. Con más de una década de trayectoria, autora de Morderse las uñas (2017) y Santas Madrecillas (2008), Itzel platica con Paraíso Perdido acerca de su profesión, de los proyectos en los que actualmente trabaja y sobre Domingo de Summertime, libro de cuentos que tuvimos el placer de editar y del que a continuación ahondaremos en detalles.
Itzel, gracias a la entrevista que te hicieron en «Escritoras Mexicanas» me enteré de que tu punto de partida en la escritura, como actividad profesional, se debió a la crisis de los treinta, pero me intriga saber ¿qué te impedía tomar la decisión de publicar?
La inseguridad, que a veces es la madre de todos los males. Cómo publicar cuando desde el inicio estaba la inseguridad por escribir, por mostrar mis textos, por tener que leerlos frente a otros, por fantasmas en mi cabeza que me decían constantemente: qué tal que no son buenos, qué tal que no eres lo suficientemente autocrítica y una lista más de «qué tal que…» Recientemente he leído sobre el denominado síndrome del impostor (o de la impostora), una sensación de que vas a ser descubierto en tu mediocridad, de estar engañando al mundo, y así de telenovelesco como suena, es como lo sentía. Pero muchas veces puede más el deseo, la curiosidad y la esperanza, y se logra pasar por encima de esos fantasmas para intentar y seguir intentando.
¿Qué ha cambiado en tu vida a partir de que comienzas a escribir profesionalmente?
Uy, mi vida toda, y es que escribir es una autoexploración, es conocer aspectos de uno mismo que estaban escondidos. Escribir es poner todos tus sentidos en alerta, es observar, escuchar, oler, sentir y abarcar. Escribir es un acto de creación, y aunque puedes planear y utilizar todas las herramientas a tu alcance, al final debes permitir que se abra paso sola. Escribir es estar dispuesto a indagar y cuestionar y confrontar. Escribir profesionalmente me ha confrontado, justamente, con esa inseguridad de la que hablaba al principio y sí, como buena historia de superación personal, me ha hecho más fuerte.
Mientras leía los primeros cuentos de Domingo de Summertime creí que el libro iba por el concepto chicano: la melancolía de estar lejos de casa y el desconcierto ante la novedad y las costumbres ajenas. Dichas historias ¿se relacionan con tu estancia en Casa Octavia (Texas)?, ¿hubo algún acontecimiento que detonara esas emociones en ti?
(Casi) cualquiera que llega a vivir en El Paso, Tx. sufre una especie de crisis. Hace un año, en la Feria del Libro de Bogotá, hubo un panel con escritores colombianos que habían estudiado la maestría en escritura creativa en El Paso y se reunieron para hablar del programa de estudios (que es muy bueno); sin embargo, todos y sin excepción, hablaron de la experiencia emocional que les produjo a su llegada, una especie de confusión, de irrealidad, de pérdida y de nostalgia. Todos en ese panel nos sentimos identificados.
El Paso es una ciudad única y diría que tremendamente literaria, en ella convergen tantos «temas», como la frontera, el cruce de idiomas, el desierto, el silencio, el consumismo, la patria, el exilio, el racismo, la nostalgia y un sinfín de etcéteras. Mi estancia en Texas estuvo plagada de emociones encontradas porque me alejé de todo aquello que me daba cobijo, porque quería alejarme, porque jamás imaginé lo importante que eran para mí el clima y la vegetación, porque mi síndrome de la impostora se salió de control, porque me había arriesgado a dejarlo todo y qué tal que no servía para escribir.
«Summertime» es una canción de Janis Joplin que, además, inspira el nombre del libro y de uno de sus cuentos más punzantes, ¿qué representa esta melodía para ti?, ¿existe alguna razón especial para incluirla en tu obra?
Siempre encuentro la manera de acompañar una historia con una canción; en algunos casos es completamente consciente, hago investigación y búsquedas hasta dar con la que mejor calce con la narración, pero muchas otras, es la canción la que llega por sí misma, como en este caso.
Acto 1: Hace algunos años conocí la ópera Porgy & Bess de George Gershwin, y aunque ya tenía conocimiento de varias versiones de la canción «Summertime», al integrar esta Aria (en la que una mujer le está cantando un arrullo a su bebé para que se duerma, en un barrio negro de pescadores del sur de E.U.) a la totalidad de la obra, adquirió un sentido diferente para mí: «Summertime» era un arrullo de esperanza en medio del dolor.
Acto 2: En algún momento leí un artículo o vi un documental sobre la vida de Janis Joplin, especialmente se enfocaba en esa jovencita extraña y marginada, nacida y criada por una familia religiosa en Port Arthur, Texas, un pueblo de menos de 50,000 habitantes. Janis Joplin, que llegaría a ser el símbolo femenino de la contracultura de la década de los sesenta, cargaba con un pasado de exclusión social y familiar que la acompañaría hasta el final de su vida, a los 27 años.
Acto 3: Mi hermana, que estudiaba música en Nueva York, me contó sobre una chica que asistía a la misma escuela y vivía en la misma residencia estudiantil, que se lanzó del quinto piso. A mi hermana le tocó verla tirada en el pavimento, con los brazos y piernas rotas, en posiciones antinaturales.
Acto 4: La historia me impactó muchísimo e intenté por varios años escribir sobre eso. Me obsesionaba pensar en cómo habrían sido sus últimos días, sus últimas horas. Tenía notas y el inicio de la narración, pero fue para una clase en El paso, Tx. que logré completarla. En algún punto pude conjuntar el acto 1, el acto 2 y el acto 3 para contar esta historia.
El personaje de «Leidy», además de estar inspirado en la vida real, es protagonista de «Lady Di» y de Moderse las uñas, ¿qué te impulsó a transformar el cuento original en novela?
El propio personaje. Cuando escribí el cuento, supe que había mucho más que decir sobre él, pero en ese momento no sabía cómo contarlo. La escritura siempre ha sido una actividad natural e intuitiva para mí, y el cuento, el género en el que me siento segura. Pero fue el propio personaje, la propia historia la que me pidió contar más, y eso solo podía ser a través de una novela. Un par de años después de haber escrito el cuento, me aventuré a llevarlo al terreno de la novela. Era una deuda que tenía con el personaje y conmigo como escritora.
No sé si esta historia ya era novela desde el inicio, pero yo solo podía escribir un cuento; o bien, si era un cuento que tenía las características para transitar hacia la novela.
Puesto que la mayoría de los personajes de Domingo de Summertime están caracterizados por un profundo sentimiento de inseguridad emocional y ansiedad ¿es correcto suponer que la esencia de este libro es el desasosiego?
Sí, este libro está atravesado por el desasosiego. Es un libro triste porque nos enfrenta con la vulnerabilidad humana. Habla de momentos de ruptura y de la posibilidad o imposibilidad de reconstruirse.
Para despedirnos, cuéntame ¿en qué estás trabajando?, ¿qué proyectos podemos esperar de Itzel Guevara en el futuro?
Tengo muchos proyectos en espera, carpetas llenas de notas e imágenes, inicios de novelas y de cuentos, pero aún no sé cuál es el que tomaré para trabajar. La verdad es que me estoy recuperando de la escritura de mi última novela y quiero experimentar un tiempo más de libertad antes de comprometerme con un nuevo proyecto. Lo que sí espero que suceda muy pronto, es ver publicadas varias obras infantiles (novelas y libros de cuentos) en las que estuve trabajando este año. Me da mucha ilusión escribir para niños y tener la posibilidad de comunicarme con ellos.
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