De la música y sus asuntos
Por Luis Martín Ulloa
Podría vivir perfectamente sin televisión, pero sin algún aparato que toque o transmita música, no. Esta frase la habré dicho muchas veces a gente cercana. Es casi la verdad (porque, puntualizando: podría vivir sin sintonizar ningún canal abierto o privado, pero no ver películas o series con un reproductor de dvds… eso ya es otra cuestión). Esta melomanía comenzó a gestarse en la temprana adolescencia. Tendrá qué ver con el espíritu romántico de esa etapa, supongo: las primeras ilusiones, el primer enamoramiento, la primera… muchas primicias. Y claro, escuchar música tiene qué ver con los aparatos donde se escucha. Hace días me di cuenta que bien podría hacer una pequeña exhibición de los que he usado (y aún conservo, algunos).
Cuando entré a trabajar como auxiliar de investigación en la Universidad de Guadalajara, siendo aún estudiante, lo primero que anhelaba comprar y compré, fue un estéreo con cd (en 1991, aunque no lo crean, no eran tan comunes). Pero como ése quedó en la sala, necesitaba algo para el cuarto: una grabadora de casettes, después una de cds. Aaah, pero también había que comprar los que uno podía llevar a todas partes. Así, cuando salía de viaje en autobús, podía olvidar los calcetines, pero una bolsa llena de casettes y mi Walkman jamás. Con los nuevos formatos, llegaron los nuevos aparatos. El celebérrimo mp3 trajo la grabadora que podía tocar discos con cien canciones, y el Discman. Podía viajar hasta el entonces Distrito Federal con sólo unos cuantos discos y no repetir ninguna canción. Pero el gusto no duró mucho, pues apareció el nuevo objeto del deseo: ¡el deslumbrante Ipod! Me regalaron el de primera generación, de dos gigas, que gocé muchísimo hasta que me lo robaron. Después, con los puntos de una tarjeta de crédito, conseguí uno ya de versión Touch y de más capacidad. El Iphone nunca me ha convencido, que sea el mismo aparato con el que hable y traiga mi música no me parece algo conveniente. Y ahora con el streaming, creo, se ha detenido un poco el furor por los nuevos armatostes para desviarlo hacia los programas y plataformas, que bien puede uno usarlos desde el mismo teléfono celular.
[Continuará…]
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