7 preguntas para Erika Zepeda,
autora de Habitación blanca
1. ¿Por qué elegir a la literatura como forma de creación?
Por mi historia personal con la literatura. Aunque disfruto otras representaciones artísticas (en especial el cine y la música), solo con los libros he sentido el rayo que me parte en dos al leer una gran historia.
2. ¿Cuál consideras que es la diferencia entre escribir novela y escribir cuento?
Los cuentos son explosiones que acontecen frente a los lectores (y hasta los lastiman un poco): un gato maullando detrás de la pared donde se esconde un cadáver, una casa tomada por extraños sin identificar, un fantasma vagando en las vías del tren, etcétera.
Es una fotografía que cuenta una anécdota sin profundizar en sus razones de existir (y no necesita explicarse). En cambio la novela puede ser una sucesión de pequeñas explosiones que minan lentamente, y a veces sin ser detectadas, la consciencia del lector.
En cuanto a la experiencia propiamente de escribir cuento y novela, las diferencias son profundas. Al realizar un cuento se debe regresar para “podar” las palabras una y otra vez, y contar la anécdota con el mínimo de conceptos. En cambio, la novela puede desbordarse y perderse en los vericuetos de la historia, siempre con el reto de regresar al centro para seguir contando.
3. Ya que Habitación blanca es un libro de cuentos, ¿qué hace que te decidas por este tipo de narración?
Eso depende más de la historia que busco contar. Considero que existen historias ideales para ser tratadas en cuentos (se tiene solo la explosión, por ejemplo) y existen otras con las que necesariamente se debe escribir una novela (si se tiene una colección de pequeñas explosiones, por ejemplo).
En el caso de la colección de historias que son parte de Habitación blanca, todas son ideales para ser contadas en el formato de cuento y de ahí mi selección.
4. En algunos de tus cuentos sorprende la tranquilidad de los personajes ante los eventos fantásticos, ¿cómo decides cuál actitud deben mantener los personajes?
Me gusta pensar en las reacciones de los personajes como parte del “decorado realista” de las historias. Ante acontecimientos extraordinarios, los personajes siguen sus vidas normales y son incapaces de reconocer un milagro o la visita de un ser de otro mundo. Si este tipo de reacción señala aún más el elemento fantástico y remarca el realismo gris, funciona para la historia.
5. ¿Cómo eliges una situación cotidiana para volverla extraordinaria?
Utilizo situaciones que vivo de primera mano. Comer una sopa desabrida en la cocina, visitar una oficina de trámites municipales sin solucionar nada, asistir a un velorio, etcétera. Siempre estoy probando en mi cabeza elementos que pueden entrar a ese contexto y convertirlo en una historia que luego podrá ser llevada al papel… Realmente es un constante ejercicio mental de prueba y error hasta dar con la pieza faltante.
6. ¿Qué es lo fantástico para ti?
Creo que lo fantástico solo funciona en un contexto realista. Es decir, en una historia llena de hadas y seres voladores no es en absoluto fantástico que alguien logre volar; incluso dentro de ese mundo es completamente normal adquirir el poder de elevarse por los aires. En cambio, en una tienda departamental o una oficina burocrática, un suceso como el de volar adquiere tintes extraordinarios.
Eso es lo fantástico para mí, la extrañeza de un suceso completamente fuera de la norma.
7. Los cuentos que forman Habitación blanca generan muchas dudas al inicio, ¿existe entre ellos alguno que te gustaría extender, volver otra narración más exhaustiva?
No, no considero extender alguno de los cuentos. Los huecos que tienen las historias tienen varias funciones. Primero, invitar al lector a colaborar con la historia y construir sus propias teorías. Segundo, generar incertidumbre y dudas: ¿de dónde salen los cara-verde, aparecerán en cualquier cocina?, ¿las fuentes idénticas por sí mismas son malévolas o es el observador?, ¿la ponzoña nos persigue desde antes de nuestro nacimiento?, etcétera.
Si estos pensamientos persiguen suficiente al lector, provocarán que regrese al libro o por lo menos que lo recuerden entre el mar de lecturas.
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